Hay una diferencia bien marcada entre un beso y el beso aquel…
Hay besos que se concentran en el apetito carnal,
esos que se mezclan entre la lujuria y el instinto animal,
aquellos que damos con hambre de piel,
los que se borran con el paso del sudor,
los que se esconden tras la cortina del pudor
y está el beso aquel…
Hay besos que desperdiciamos como si fueran infinitos,
los que tiramos al aire,
los que persiguen a presas diminutas,
los que regalamos a personajes indistintos,
los que olvidamos sin desaire
y está el beso aquel…
Hay una diferencia bien marcada entre un beso y el beso aquel…
“Aquel”, es el beso que no has dado y te perturba,
“Aquel”, es el beso no entregado que te causa insomnio,
ese silencio que no te deja dormir por las noches,
el motivo que te tiene sin sentido,
la bitácora perdida del marinero,
el suspiro que no logras respirar,
el aire que te asfixia por no estar…
“Aquel”, es el único beso que quieres dar,
ese que va más allá del contacto corporal,
ese que te desnuda cuando lo llegas a entregar,
“Aquel” que te hace temblar sin tener frío,
ese que cuenta tu historia sin necesidad de narrativa,
ese que te corresponden con el miedo compartido,
“Aquel” que te deja mudo y se roba tus sentidos…
Hay una diferencia bien marcada entre un beso y el beso aquel…
Un beso te lo cobra cualquiera,
un beso te lo entregan si les sobra,
pero “Aquel” beso es el que logra,
perderte en el aliento mudo que te respira,
tatuarte en una mirada de ojos cerrados,
devolverte aquella sonrisa olvidada…
Hay una diferencia bien marcada entre un beso y el beso aquel…
Galop./
Diciembre 22, 2015
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