Thursday, February 28, 2008

Mis Quejas y Nuestra Realidad

Ayer, amanecía 26 de febrero como cualquier día…
la primera llamada que recibí fue la de mi hermana
que me informaba el caos del tránsito esa mañana,
mientras me aconsejaba tomar una ruta alterna hacia el trabajo,
para evitar el conflicto mañanero en el que ella y mi cuñado,
ya se encontraban, sin ser siquiera, las 9:00am…

Todo pintaba que iba a ser uno de esos días,
dos de mis hijos no pudieron ir al colegio,
el menor y mi mujer salieron conmigo,
peleamos una hora y algo para llegar a la oficina,
de ahí a la consulta médica del enano,
a la farmacia, a la casa, yo a buscar el gas que se había acabado,
sólo entonces, a una oficina de abogados a firmar unos papeles
para luego volver a la oficina…ya eran las 5:00pm…

No había trabajado, con la excepción de las más de 15 llamadas
realizadas desde los en taponamientos de la ciudad de Santo Domingo,
que resultado de su crecimiento como urbe caribeña,
forman parte ya de nuestro sistema de vida…

Compremos un helicóptero carajo!, le dije a mi cuñado,
mientras intentaba sentarme a organizar por lo menos,
algunos pendientes y quejarme a voces de la ocurrencia
de un cliente, que justo el día siguiente, feriado debido a
la celebración de la Independencia Nacional, nos solicitaba
realizar una degustación de uno de sus productos en un
maratón a pié, nada más y nada menos que a las nueve
de la madrugada!...que antojo!...

Salí de la oficina cerca de las 8:00pm, decidí juntarme con
un grupo de viejos amigos a jugar cartas y relajarme un poco
y como era de esperarse, nos quedamos hasta las 2:00am
acompañados del mágico y traicionero líquido escarlata al que
llamamos ron…me acosté cerca de las 3:00am…

A las 7:00am ya estaba en pié y mientras calentaba el carro,
el muy creído se quedó cerrado y prendido, por lo que tuve
que pelear durante casi 20 minutos, como todo ladrón para
poder abrirlo y llegar a mi destino…

Que par de días más pintorescos, esto es un castigo, uno no
debería pasar tantas cosas para vivir dignamente!, espero sacarme
la lotería esta noche a ver si salgo de esta rutina –exclamé sin imaginar,
la estampa momentánea que la vida me iba a brindar-.

A las 9:30am me informaron que no haríamos degustación, sino hasta el
mediodía!...obvio!, me resigné y por primera vez, en dos días,
abrí los ojos y contemplé el paisaje…

Era una actividad sencilla, un maratón que lleva más de 30 años corriéndose
pasando desapercibido por mi vida…dentro de los cientos de participantes,
que sudan, sufren y se lesionan para ver si pueden lograr apoderarse de una
medalla o un trofeo de plástico, se encontraba un pequeño grupo que sin saberlo,
me abofeteó, me apuñaló, me sacó lágrimas con “hipidos”, al mismo tiempo
que convertían mis quejas en hojas del pasado que desaparecían junto a un soplo
de viento…

Como deportistas olímpicos y bien pagados, se preparaban física y sicológicamente,
empuñaban con fuerza las ruedas de sus sillas, algunos sin una pierna, otros
sin ambas, la flaquita con su incapacidad motora y mental, dos ciegos atados con una cuerda a su guía voluntario y aquel gran hombre sin una pierna y un brazo,
que bajo el ardiente sol del mediodía, recorrió a brincos balanceados,
las 5 vueltas al kilómetro 5 de la autopista Duarte de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, República Dominicana, un 27 de febrero, celebrando la Independencia Nacional y su gratitud por seguir formando parte de este mundo de vivos, mientras yo me quejaba de estar trabajando, un día feriado, bajo una resaca etílica…

Monté mi mesita de degustación, cargué la nevera playera con 198 latas de jugo de
12 oz., saqué los vasos, me sequé mis lágrimas, como repetitivamente repito, las mías!,
las que me pertenecen y nunca pienso abandonar… y empecé el brindis…

Son las 3:45pm, estoy en mi casa, ya jugué con mis hijos, me estoy preparando para cocinarles a todos, al mismo tiempo que termino de relatar en esta bitácora, el resumen de dos días cualquiera, que se convirtieron en el ruido ensordecedor de un trabucazo, el himno libertador a gritos de una alma confundida y el amanecer de una sonrisa de agradecimiento a la vida, por permitirme ser parte de este mundo de vivos y disfrutar cada segundo que me regala, para sopesar, mis quejas y nuestra realidad…

Galop./
27 de febrero del 2008





3 comments:

Anonymous said...

Wow, qué lindo relato. La verdad me imaginé que sería algo más... no sé, tal vez más demagógico, pero tus sentimientos, esa nobleza tuya siempre lleva a un mejor final.

Gracias por compartir esto con nosotros, amigo, eres un sol!!!

Recibe un abrazote.

Anonymous said...

Sin palabras amigo... así vivimos los que corremos, y aún desde adentro... nos seguimos secando las lágrimas ante cada llegada de una de esas personas que no tiene la dicha (de la cual no damos cuenta a diario) de pararse sobre sus dos piernas.

Sublime relato...

Unknown said...

Esos momentos nos permiten darnos cuenta que no estamos solos en el mundo y q no seremos los q mas sufrimos pero tampoco aprendemos a ser los mas alegres